Por: Carlos Alberto Aguilar Meza
Alguna vez fue un clamor popular. Hoy, la descentralización se encuentra en una etapa de incertidumbre. La diferencia de lo que fueron los Consejos Transitorios de Administración Regional (CTAR) con los actuales Gobiernos Regionales es el proceso democrático de elección de sus autoridades. Más que eso, no se existen mayores cambios en estructuras y funcionamiento en los Gobiernos Regionales.
El objetivo principal de descentralizar es y será siempre “acercar las decisiones de Gobierno a sus ciudadanos”. Esto implica que los primeros en esta línea son las Municipalidades Distritales, las autoridades que están más cerca de sus vecinos. Son las que conocen, o por lo menos deberían conocer más, las necesidades y demandas de las poblaciones.
El Gobierno Central, desde la Ley 28273 (Ley del sistema de acreditación de los Gobiernos Regionales y Locales), inició una carrera para transferir competencias a las regiones. Estas actividades no se detuvieron hasta hoy, como podemos ver en el último Proyecto de Ley de Presupuesto, que incrementa recursos para las regiones de manera sustancial.
Pero ¿qué fue de acercar las decisiones de Gobierno en beneficio de los ciudadanos? Los resultados saltan a la vista. Pocos resultados.
Hoy podemos observar que en las regiones se han ejecutado grandes proyectos: mejores carreteras, hidroeléctricas, explotación de gas, mejores aeropuertos, minería a gran escala, entre muchos otros. Todos estos proyectos traen beneficios directos e indirectos, incluso algunos de ellos aportan de manera directa al erario local, provincial y regional a través del canon y regalías. Si hace poco más de 20 años la demanda era de recursos, hoy estos caudales existen. Podemos decir entonces que –parcialmente– esto fue superado.
A todas luces, hoy la problemática se trasladó hacia la capacidad instalada de los gobiernos regionales y locales para enfrentar retos tan importantes como la desnutrición infantil, la deserción escolar, las muertes de niños menores de un año, la reducción de enfermedades gastro intestinales, entre otros. Estos indicadores, entre muchos otros –por cierto– deberían marcar la pauta del gran desarrollo que se requiere al abordar la problemática de la Descentralización. La capacidad de gestión de los gobiernos subnacionales se debe ver fundamentada en el cogobierno o en un gobierno eminentemente participativo. Para ello existen reglas claras en la normativa nacional que no son debidamente aplicadas.
Los gobiernos regionales y locales deben centrar sus esfuerzos en cómo elevar la competitividad de sus territorios. La competitividad entendida como la incorporación de progreso técnico; como la capacidad de imitar, adaptar y desarrollar técnicas de producción de bienes y servicios antes inexistentes en una economía (Bejarano, 1995); la diversificación de los productos exportables en condiciones de calidad y precio al menos equiparables a las de sus competidores; la adaptación a las nuevas condiciones de competencia en los mercados y la re conversión de sectores no competitivos. Si solo observamos estos cuatro principios de la competitividad podremos fácilmente visualizar la cantidad y calidad de programas y proyectos que se requieren ejecutar.
Definitivamente, comprender la lógica del desarrollo requiere capacidades que hoy aún no tenemos en las regiones, y debemos trabajar mucho en este aspecto si queremos ver nuestras ciudades y poblaciones adecuadamente abastecidas y satisfechas en sus necesidades fundamentales, tomando en consideración las particularidades que cada uno lleva por tradición, cultura, religión o historia.
Hoy, la Descentralización es incierta porque los resultados son pocos o nulos, aun con el dinero que algunos gobiernos regionales o locales acumulen, y cuyos beneficios no son capaces de trasladar a sus ciudadanos.
Hoy, la Descentralización es incierta porque no basta con transferir competencias y más presupuesto. Es necesario trabajar capacidades y transparencia en las gestiones regionales y locales.
Hemos avanzado. Las condiciones están dadas. Pero desde un proyecto nacional articulado y un gobierno con voluntad, los resultados podrían ser mucho mejores. Tarea por hacer.