Artículo de Carlos Alberto Aguilar Meza
El proceso de evolución de cada individuo puede identificar etapas concretas de la vida, que marcan con precisión cambios sustanciales en la forma de observar y conocer el entorno.
Una de estas etapas fue cuando inicié mi vida laboral a los 23 años. Ucayali de principios de los años 90, todavía muy afectada por la violencia terrorista y marcada por influencia del narcotráfico. Formé parte de un programa de desarrollo alternativo de lucha contra las drogas en la zona de Neshuya – Curimaná, y la condición principal era vivir en la zona 24 días al mes.
Vivir en la zona de influencia del proyecto significaba convivir y compartir. Solo describir una escena me parece muy concreta para explicar este artículo. Parte del trabajo era brindar asistencia técnica a familias que estaban interesadas en convertir su economía ilegal en una economía legal y sostenible. Entonces, un día de verano hice la visita a una familia. Padre de 45 años, Madre de 22 años, 5 Hijos y uno más en el vientre. Felizmente propietarios de 30 hectáreas, sembrarían 5 hectáreas de palma aceitera. Trabajé todo el día con ellos, me invitaron un desayuno con masato (bebida a base de yuca), plátano hervido y compartí el atún que llevé. También me invitaron el almuerzo, tallarines con puré de yuca y un poco de arroz. Fui testigo de excepción que esa era la “dieta” general de todas las familias de la zona. Visité 270 familias en 2 años. Me tomaría muchos artículos describir las viviendas en que vivían y la inexistencia de servicios básicos, pero puedo dar Fe de que eran condiciones inhumanas.
Ayacucho, mediados de los 90. Zona de Condorcocha – Vizchongos – Vilcashuamán, azotada por la violencia terrorista. Cuando estuve allí pude conocer a las pocas familias valientes que soportaron las épocas duras. Al igual que en Ucayali, sin servicios, empobrecidos, vivían en condiciones inhumanas. Conviví y compartí esa pobreza 2 años.
Así como estos rincones del Perú, cuántos más existen en iguales o peores condiciones en las alturas de la sierra, en las fronteras, en la lejanía de la Amazonia, en lo recóndito de los ríos interminables, en los desiertos de la costa. Familias y familias sin ninguna esperanza, ni hablar de acceso a servicios y menos aún, a las aspiraciones naturales del desarrollo.
La primera vuelta de estas elecciones nos regala esa lectura. Un país sumamente fragmentado, sin una visión común de desarrollo, a pesar de que vamos a cumplir 200 años. Las ciudades que mayoritariamente se han visto beneficiadas con la bonanza de los últimos años muestran su desprecio y no va a votar en un 29%.
Unos 18 candidatos se dividen las simpatías, de tal forma que los dos que alcanzan la segunda vuelta apenas suman 32%. Ni siquiera nos veremos representados en los 5 años siguientes, gane quien gane. Y ese Perú que no se siente parte de la danza, se expresa de tal forma que nos propina una sonora cachetada. Y luego nos preguntamos: ¿en qué momento se jodió el Perú?
¿Cuántos líderes políticos, líderes sindicales y gremiales están en condiciones de comprender lo que las urnas nos están describiendo? ¿Cuántos líderes conocen de manera real lo que pasa en el Perú geográficamente diverso, multicultural y multirracial?
Estas llamadas de atención son recurrentes en las últimas elecciones. ¿Estamos en condiciones de leer correctamente estos resultados? ¿Somos capaces de formular una propuesta cercana a la realidad de las familias de Ucayali y Ayacucho que viven en extrema pobreza (quiero decir, para todos aquellos no favorecidos del Perú) y que finalmente satisfagan sus expectativas?
Queda claro que el Perú, además de sus características geográficas, culturales y étnicas complejas, es un país con problemas históricos muy profundos. ¿Nuestro futuro Gobernante está en condiciones de formular y ejecutar acciones que garanticen servicios básicos elementales de calidad, históricamente insatisfechos en los próximos 5 años? ¿Resolver problemas como corrupción, violencia y delincuencia urbana y rural, narcotráfico, terrorismo, invasiones, entre otros?
Aterricemos propuestas concretas
Como país, hoy más que nunca estamos urgidos, no de propuestas, sino de soluciones absolutamente reales. Hoy, más que nunca tenemos una tormenta perfecta en ciernes que debemos superar como país. Muchos problemas acumulados, crisis sanitaria, crisis económica, conflictos sociales con demandas ciudadanas justas. Es imperativo poder elegir un presidente con características apropiadas para superar de manera sostenible el escenario que nos ha puesto la historia.
Considero que una primera habilidad deber ser la de concertar, aglutinar voluntades y, si es posible, formar una gran coalición que facilite establecer una visión de país para los próximos 20 años, que respalde una gran mayoría. Lo hicieron en Chile y España y ahora vemos sus resultados.
Integridad se traduce como honradez, honestidad, respeto por los demás, corrección, responsabilidad, control emocional, respeto por sí mismo, puntualidad, lealtad, pulcritud, disciplina, congruencia y firmeza en las acciones. En general, una persona íntegra es alguien en quien se puede confiar (definición de Wikipedia). Un valor totalmente perdido y que, a su vez, consolida muchos otros valores. El nuevo presidente debe ser íntegro en todos sus actos.
Trabajo en equipo es otra de las características que debe poner en práctica el nuevo Gobierno. Concertar con acciones prácticas para ejecutar proyectos de manera conjunta con todos los Gobiernos Subnacionales y los Ministerios. El eje de esta labor la debe tener el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), quien despojado de apetitos políticos o intereses de grupo, concentre su trabajo en la realidad del país, de manera holística.
Aprendizaje constante e independiente. Siempre nos tocamos con la desdicha de saber que las decisiones las toman funcionarios que ni siquiera tienen idea de la ubicación de una determinada actividad; es decir, para decir algo simple, los ministros y sus administrados son los que “saben qué ocurre en el país”. Nada más falso y alejado de la realidad. Debemos aprender de las comunidades, debemos observar, debemos escuchar y debemos tomar decisiones en conjunto, debemos estar comprometidos con sus demandas y emprender grandes reformas como la Educación, en primer lugar.
Pensamiento crítico, creatividad y flexibilidad. Son habilidades que un buen Gerente debe adquirir y que lo debe conducir hacia una mentalidad de crecimiento y desarrollo. Avanzar significa cuestionarse permanentemente sobre lo decidido y ser suficientemente flexibles para gestionar cambios, con un solo objetivo: el Ser Humano, el ciudadano común, genuinamente pensando en su desarrollo y bienestar.
Otras habilidades que podemos destacar en un buen Gobernante son: empatía, suficiente capacidad de colocarse en la posición de los ciudadanos para entender su problemática, liderazgo, tener suficiente capacidad de conducir de manera participativa procesos paralelos de desarrollo (descartamos cualquier liderazgo mesiánico), solidaridad, el Gobernante debe ser sensible frente a las demandas justas, prohibido ignorar. Sensibles con las demandas significa revertir y optimizar los procesos existentes en nuestro país, no es posible que un proyecto se demore en ejecutar 10 años, contados desde el día de su priorización. El país y sus ciudadanos no pueden seguir esperando. ¿Nuestros dos Candidatos a Presidente, tienen estas habilidades y valores mínimos? ¿Los equipos que elijan, cuentan con estas características?
En paralelo a estas descripciones, estoy seguro que en el camino hemos perdido la oportunidad de fortalecer instituciones tan relevantes como el Instituto Nacional de Planificación, “disuelto” en el Gobierno de Fujimori y ahora CEPLAN, la mesa de concertación de lucha contra la pobreza, a estas alturas olvidada y ninguneada, el Acuerdo Nacional, del cual se acuerdan cada tanto, cuando aparecen chispazos fugaces de concertación o cuando requieren una foto grupal o, los planes locales y regionales de desarrollo concertado, que está institucionalizado por directivas, pero que muy poco se toma en cuenta a la hora de priorizar el gasto y la ejecución. Bien haríamos en potenciarlos para iniciar grandes procesos paralelos de desarrollo.
Mas allá de las capacidades de las que deba estar dotado nuestro próximo presidente (ambos sexos según la RAE), de manera imperativa necesitamos el concurso de las instituciones nacionales y especialmente de las instituciones regionales y locales. Estas últimas son las que forman parte y comparten la realidad de los ciudadanos, y son estas instituciones las llamadas a resolver los problemas.
Elijamos bien. Escuchemos, observemos, decidamos en conjunto, fiscalicemos, pero sobre todo, construyamos una visión sostenible a mediano y largo plazo.
Gran articulo Carlos. En lo referente a la union de los españoles para sacar el pais adelante, eso fue al comienzo de la democracia, cuando salimos de una dictadura de casi 40 años. Ahora, a España, su clase política la está volviendo a dividir solo por sus intereses partidistas y personales. Es una pena a lo que estamos llegando.
Un abrazo amigo