Artículo de Carlos Alberto Aguilar Meza
En una columna anterior escribí sobre cuáles deberían ser las cualidades mínimas de nuestro próximo Gobernante. Pero hablé de habilidades y destrezas individuales que debía tener quien dirigirá el destino del Perú los próximos cinco años. Estas cualidades resultan insuficientes si no consideramos el tamaño de la estructura básica del Poder Ejecutivo. Veamos.
Según el portal oficial, el Poder Ejecutivo está conformado por 19 ministerios, 38 viceministerios, alrededor de 54 direcciones nacionales, 37 organismos públicos ejecutores, 27 organismos públicos especializados técnicos, 28 programas y 33 empresas, entre otros.
Esta fotografía muestra que cuando el nuevo presidente toma posesión del Gobierno requiere de un equipo mínimo de profesionales calificados para gobernar con una capacidad adecuada desde el primer día que asume las funciones encomendadas en las urnas. Esos profesionales calificados deben ocupar cada uno de los cargos enumerados en el párrafo anterior; es decir, se necesitarían alrededor de 236 profesionales para estar en condiciones de controlar la mayor parte de las funciones encomendadas y echar a andar la maquinaria estatal.
Disponer de esta cantidad de funcionarios requiere que el partido o movimiento que asume funciones cuente con la cantidad de personas competentes suficientes al interior de su propia organización, situación que no ha ocurrido, incluso con partidos políticos históricos, lo que nos lleva a pensar que quien ocupe el cargo recurrirá a otras fuentes de gestión del talento.
Recurrir a otras fuentes significa concertar. Es la primera habilidad que debería tener nuestro próximo Gobierno. Es más, insistimos que el Perú luego de 200 años de independencia demanda aglutinar voluntades y, si es posible, formar una gran coalición que facilite establecer una visión de país para los próximos 20 años.
Es absolutamente imperativo que incorporemos en nuestra agenda de mediano y largo plazo la formulación de un plan nacional, con fuerte incidencia en salud y educación. Mucho escuchamos que es necesario pensar también en la reactivación económica. Estoy de acuerdo con este postulado. Sin embargo, sin salud a corto plazo y sin educación a mediano y largo plazo, los resultados seguirán siendo mediocres –por decir lo menos.
Las mejores prácticas de concertación fueron capaces de abordar problemas sociales y económicos complejos y de afrontar dificultades en escenarios de depresión y bonanza. Los ejemplos que demuestran éxito son Chile y España, quienes luego de prolongadas y cruentas dictaduras supieron unir voluntades, y con ellos a sus poblaciones para salir adelante.
Haría bien el próximo Gobierno en recurrir a diversas fuentes académicas y políticas para nombrar a los funcionarios que llevarán adelante a nuestro país. Haría bien el próximo Gobierno en conciliar con todas las tendencias políticas para determinar un único rumbo concertado y planificado de mediano y largo plazo, que tanto estamos esperando.