Artículo de Carlos Alberto Aguilar Meza
La etimología de las palabras en el idioma español es tan rica, que evoluciona con mucha rapidez y muchas veces cambia de significado. En esa perspectiva, existen innumerables estudios que lo único que buscan es encontrar consensos entre los conceptos, y así poder desarrollar aspectos centrales de nuestra vida.
Horacio Larraín en su libro “¿Pueblo, etnia o nación? hacia una clarificación antropológica de conceptos corporativos aplicables a las comunidades indígenas”, publicado en la revista de Ciencias Sociales de la Universidad Arturo Prat (Tarapacá, Chile: 1993), hace un acercamiento a la etimología de Pueblo, Etnia y Nación. Su estudio resalta el concepto etnia sobre pueblo y lo define como “grupo étnico”.
El documento de trabajo formula las características comunes básicas de una etnia, como son origen racial, lengua, expresión cultural, uso de territorio, auto identificación, endogamia, expresiones artísticas y artesanales. Aplicar este estudio a nuestra realidad significaría que encontraremos muchas etnias dentro de nuestro territorio. Pero ¿cómo hacer que estos grupos se identifiquen y comprometan con el Perú que hoy conocemos?
En paralelo, los conceptos fundamentales de una nación también evolucionaron con el tiempo, y fue con la revolución americana que aparecen los principios básicos que hoy conocemos y se han plasmado en la Declaración Universal de Derechos y nuestra Constitución: la voluntad de los individuos en constituirse en una comunidad política, basada en la libertad y la igualdad ante la Ley. Esto significó dejar de ser súbditos de un Rey o, aplicado a nuestra realidad, súbdito de un Apu y convertirnos en ciudadanos libres. Esto luego significó la instauración de la Democracia que conocemos hoy.
¿Significan los conceptos etnia y nación –tal como las conocemos hoy– algo para la realidad que vivimos hoy? ¿Realmente, la mayoría de nuestros ciudadanos quiere pertenecer a una comunidad política llamada Perú por voluntad propia? ¿Son todos ellos iguales ante la Ley?
Pareciera que, inconscientemente, seguimos enfrascados en mantener el estatus de grupos étnicos, antes que hacer el esfuerzo por construir y fortalecer el concepto de nación. Pareciera que 200 años de historia no fueron suficientes para fortalecer la libre determinación de los individuos, la libertad y la igualdad ante la Ley. Seguimos siendo súbditos de nuestro pasado, divididos en grupos, sectorizados por regiones de costa, sierra y selva, con significativas diferencias en la atención de demandas sociales.
Persistimos en acrecentar nuestras diferencias clasificando políticamente nuestros problemas en norte, centro y sur. Formulamos discursos de un Perú unitario, sin siquiera darnos cuenta de que dictamos leyes específicas para comunidades campesinas e indígenas que finalmente, las terminan excluyendo de los beneficios comunitarios a los que tienen derecho por pertenecer a este mismo proyecto de nación llamado Perú.